¿Son las elecciones un país cristiano?

Martin Gusinde e Inez Hilger fueron cristianos que admiraron a los yaganes, selknam, aonikenk, kawashkar y mapuches. El ejercicio antropológico que hicieron vestidos con sus hábitos religiosos, no tenía propósitos de conversión. Al contrario, la lectura de sus textos nos convierte a nosotros a la indigenidad.

Los cuatro viajes de Gusinde a la Patagonia entre 1918-1924, su estancia en la araucanía entre 1916-1917 y los trabajo de Inez Hilger en 1946 en la zona de lago Panguipulli y Alepué, asì como las comunicaciones escritas de estos trabajos, dan cuenta de una obra intelectual en que el cristianismo entroncó con el espíritu samaritano originario de nuestros pueblos. 

Hilger y Gusinde buscaban un mundo en que la pregunta sobre quién es nuestro prójimo no admitiera distinción.Y cuando lo encontraron en rucas, canoas y ukurj, se plegaron intelectualmente a ese sentido.

En Infancia, vida  y cultura mapuche, Inez Hilger cuenta una historia oral  de tripulantes de un buque holandés naufragado en Chan Chan unos 200 años antes de su etnografìa. Su conclusión es categórica  «Es bastante evidente que los descendientes de estos antiguos mestizajes se consideran hoy mapuches puros; sólo los hijos de los matrimonios actuales entre mapuches y chilenos se denominan mestizos».

La genética mapuche estaba mucho más próxima de lo que hemos aprendido de biología molecular que del ADN considerado un blue-print esencial. 

La pregunta por el cristianismo en Chile sigue vigente y su respuesta más que nunca debe insistir en que el centro de su mensaje es solidaridad y que en la parte baja de la espalda tiene una tinte y refulgente callana.

En el desenlace de la misma pandemia aunque las fuerzas en juego fueron muchas, incluidas autoritarismo y arbitrio, su mejor resultado debe comprenderse por la presencia activa de la solidaridad. En hospitales abarrotados no se buscó convertir a nadie, ni seguir el camino de los mercaderes ni preguntarnos quién era nuestro prójimo. 

En los tiempos actuales, la solidaridad tampoco tiene límites de especie biológica. El agua, el aire, los seres vivientes y el planeta también necesitan nuestra solidaridad afectuosa. 

En estas dos vertientes de la solidaridad reside lo mejor de nosotros. En momentos complejos, solidaridad, indigenismo y cristiandad buscan afanosamente su mayoría.

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