No es lugar para mujeres. La historia de las doctoras que dirigieron el hospital más extraordinario de la primera guerra mundial
Wendy Moore
Crítica Barcelona 2021
Un libro que se puede y debe leer en 4 horas seguidas. Si espera tener vacaciones para dedicar 4 días a leerlo simplemente se perderá la lección encerrada en este episodio y contada en 403 exactas páginas.
Es la historia del hospital en la calle Endell, organizado como hospital militar en Londres durante la primera guerra mundial, atendido por mujeres y por supuesto, dirigido por la Dra. Flora Murray, apoyada por su colega Louisa Garret Anderson. Ambas cirujanas formadas en dura lucha contra la discriminación de las universidades y egresadas de la LSMW (Facultad de Medicina para Mujeres de Londres). Y luego, de la sistemática exclusión de los lugares claves de empleo. Y de su vida en común, como un ejemplo de compañerismo y amor.
También compartían una historia de militancia en las organizaciones feministas NUWSS y WSPU, y eran conocidas como sufragistas y flappers. Louise fue condenada en 1912 a 6 semanas de trabajo forzado en la cárcel de Holloway. Por su parte Flora había defendido el derecho de las presas políticas a no ser alimentadas contra su voluntad durante las huelgas de hambre.
En 1912 habían logrado abrir un hospital pediátrico en Harrow Road, una zona pobre del oeste de Londres, iniciando una experiencia hospitalaria increíble.
En 1914, realizan un giro y ofrecen a la embajada francesa abrir un hospital para heridos de guerra en las proximidades del frente, en una zona de evacuación de heridos. En septiembre de 1914 ocupan el Hotel Claridge de París sin uso y lo hacen funcionar en menos de 5 días como un hospital de 100 camas y un quirófano. Visitadas a fines de septiembre por Lord Esher, concitan el apoyo de un noble influyente sobre el Rey. En febrero de 1915 son citadas a Londres y el Ministerio de Guerra les propone transformar en Hospital el antiguo Hospicio de Saint Giles & Saint George, ubicado en la calle Endell. En mayo ya funcionaba como un Hospital de 520 camas, dos quirófanos, una sala de rayos, un laboratorio de patología, un dispensario.
La historia es estremecedora y se lee casi sin respirar. Además de llenarnos del coraje y la energía de las mujeres que dieron vida a esta verdadera epopeya, muchas de ellas venidas de Estados Unidos o Australia, el libro nos adentra por una ventana distinta al drama de la primera guerra mundial.
Conocemos también muy de cerca cómo se logra traspasar barreras inútiles conocidas como profesiones, especialidades, protocolos. La fuerza contenida en este esfuerzo es tal que incluso lograron generar un producto para reducir las infecciones de las heridas principalmente traumatológicas que concentraban su trabajo. El ungüento en base a bismuto, yodoformo y parafina, llamado BIPP nació en la calle Endell. La autora nos regala una cita del 2011 para mostrarnos su vigencia.
El texto es prodigioso en contarnos la historia del hospital, incluyendo el desarrollo de los tres brotes de la gripe española. Acompaña la historia del fin de la guerra y del Hospital y de los últimos años de Flora y Louise. Al cerrarlo sentimos que necesitamos aún otras 200 páginas de bocanada de viento intelectual y enérgico de las vidas de Flora y Louise en nuestra vida.