...estos salvajes, cuya oscura tenacidad nos ofrece todavía el medio de asignar a los hechos humanos sus verdaderas dimensiones: hombres y mujeres que, en el momento en que hablo, a miles de kilómetros de aquí, en alguna sabana devorada por los incendios de la maleza o en una jungla brillante de lluvia, retornan al campamento para compartir una pobre pitanza y evocar juntos a sus dioses; estos indios de los trópicos –y sus semejantes del resto del mundo– que me han enseñado su pobre saber, donde se encierra, sin embargo lo esencial de los conocimientos que vosotros me habéis encargado transmitir a otros; condenados bien pronto, por desgracia, a la extinción, bajo el golpe de las enfermedades y los modos de vida –para ellos, todavía más horribles– que nosotros les hemos llevado, y con quienes he contraído una deuda de la cual no me sentiría liberado aun cuando —en el lugar en que me habéis colocado– pudiera justificar la ternura que me inspiran y el reconocimiento que les debo, mostrándome tal como fui entre ellos y tal como quisiera no dejar de ser entre vosotros: su discípulo y su testigo. Claude Lévi-Strauss en (Lévi-Strauss, 1968) (los dibujos pertenecen al ejemplar que Draco Maturana tenía de El Hombre desnudo) Introducción El estructuralismo parece haber quedado atrás. Un pensamiento acusado de negar la historia, de ser marxista, de no ser marxista, de negar al hombre, de reivindicar al hombre. Quienquiera que pudiera rescatar algo de ese movimiento que vivió apenas entre la segunda guerra y la caída del socialismo, pareciera estar obligado a decirse como mínimo post-estructuralista. O proponer una aproximación a sus autores, en las cuales se demostrara que nunca fueron realmente estructuralistas. Lo que me propongo hacer aquí con Lévi-Strauss no quisiera situarse en esa perspectiva, valiosa por cierto. Lo que busco es entender su particular proyecto como discípulo y testigo de los indios americanos. Inspirarse en la ternura que él reconoce. En medio de un antropoceno turbulento, de un planeta transformado geológicamente por la praxis occidental, la valoración del saber que contiene el pensamiento salvaje, es apenas una primera lección. Pero contiene en ciernes, la posibilidad de nuestra sobrevida. También animar la lectura de un autor prolífico, considerado difícil. Que amenaza con extraviarnos en la extensión de su conocimiento de la vida intelectual de los indios: sus reglas de parentesco, sus mitos, su lengua, su saber, su arte; o en la infinita riqueza de sus interpretaciones;o en la profunda musicalidad y matemática de las estructuras que revela. Por una condición histórica desafortunada, la obra de Lévi-Strauss llegó a Chile en los sesenta y setenta, período de una ebriedad marxista. Durante la dictadura el estructuralismo fue una presencia muy restringida a círculos cultos y por supuesto, fue tema de ataque de los inquisidores de turno (Lihn, 1983). La recuperación de la democracia, que poco de recuperación ha tenido, sobre todo en el plano intelectual, llegó demasiado tarde. La posibilidad de comprender el es- tructuralismo como un movimiento ya se había disipado. De seguro, Foucault en un nicho y Lacan en otro, son los autores más recurridos. Y aunque el mismo Lévi-Strauss no se hubiera sentido bien ubicado en mi propia cita junto a ellos: “Los únicos estructuralistas con quienes me gustaría ubicarme son Émile Benveniste y George Dumézil”(Clément, 2014, p. 62), existe un aire de familia en todos ellos. Su auge y su ocaso son parte de un movimiento conjunto (Dosse, 2016a) y (Dosse, 2016b): una intrincada y compacta red de influencias intelectuales cuyo reconocimiento es parte de la comprensión de alguna obra o de algún “autor”. Lévi-Strauss ahondó en la comprensión y expresión formal de estructuras complejas. En Las estructuras elementales del parentesco, hay un apéndice matemático escrito por André Weil (el hermano de Simone Weil y miembro de Bourbaki). La serie de las mitolicas es un largo movimiento en torno a esas estructuras, con menos matemáticas y mas narrativa y musicalidad. Pero a más de estructuras, hay gestos en Lévi-Strauss que son plenamente actuales, que merecen ser nuestros gestos, nuestras llaves de retorno. tanto expresiones de esa ternura, del testigo y discípulo que se proponía ser. Registraré aquí sólo tres. Primera escritura fugaz de una gestualidad más rica, pero son las marcas de mi comienzo.Primer gesto: ternura a lo indio La expresión ternura que encabeza este texto, el propósito de ser un testigo y discípulo,es un gesto etnográfico plasmado de ternura. Lévi-Strauss lo remonta a Rousseau, a quien sitúa como fundado de la etnología. Una ternura que se arma intelectualmente en la constatación de las complejas operaciones intelectuales que sostienen una estructura de parentesco, una elaboración de mitos o un conocimiento ancestral. Hoy podríamos agregar, las complejas operaciones intelectuales de pueblos que se opusieron al crecimiento y al desarrollo, que antes que occidente, ya sabían que occidente era inviable. No hay en los indios ni infancia intelectual de la humanidad, ni atavismo o lo que él llama “la ilusión arcaica”. Oponiéndose entonces a la idea de progreso y con ellos, a la modernidad y a las modernizaciones, Lévi-Strauss no deja de ver lo dramático que es para los salvajes nuestra civilización. Pero tampoco deja de ver que las herida civilizatorias también son graves para los occidentales mismos: En este mundo más cruel que nunca , quizá, para el hombre, donde cunden todos los procedimientos de exterminio, las matanzas y las torturas –nunca negados, sin duda, pero que nos complacíamos en creer que no contaban ya, sencillamente porque eran reservados a poblaciones lejanas que los padecían, según se pretendía, en nuestro provecho, y en todo caso en nuestro nombre–, ahora que, acercado por el efecto de un poblamiento más denso que empequeñece el universo y no deja porción ninguna de la humanidad a resguardo de una abyecta violencia, esa sobre cada uno de nosotros la angustia de vivir en sociedad”(Lévi-Strauss, 2011, p. 43) Segundo gesto: ternura más allá del hombre La devolución de la igualdad a los salvajes por supuesto va de la mano de la igualdad a los animales: Se empezó por cortar el hombre de la naturaleza y por constituirlo en reino soberano; se creyó así borrar su carácter más irrecusable, a saber que es ante todo un ser vivo. Y, manifestando ceguera hacia esa propiedad común, se ha dejado el campo libre a todos los abusos. Nunca mejor que al término de los últimos cuatro siglos de su historia pudo el hombre occidental comprender que arrogándose el derecho de separar radicalmente la humanidad de la animalidad, otorgando a la uno todo lo que quitaba a la otra, abría un ciclo maldito, y que la misma frontera, constantemente alejada, serviría para apartar a los hombres de otros hombres y a reivindicar, en beneficio de minorías cada vez mas restringidas, el privilegio de un humanismo, corrompido no bien nacido por haber tomado del amor propio su principio y noción (Lévi-Strauss, 2011, p. 42-43) Hoy con una reflexión fuerte (Derrida, 2016), (Lestel, 2018) y un movimiento de derechos animales poderoso (Pelluchon, 2018) y con los jóvenes agitando sus banderas vegetarianas, veganas y animalistas, estas palabras indignadas pueden parecer las de un compañero de ruta. Pero sus palabras, su revuelta contra el humanismo, su denuncia y desprecio, son en verdad el fundamento de la cuestión animal, el radical cuestionamiento que hace a occidente la cuestión animal, así como de la falsa separación entre naturaleza y sociedad.
Tercer gesto: haber sido mujer En Tristes Trópicos, en sus últimas líneas se encuentra esta fenomenal sentencia: Que l'Occident remonte aux sources de son déchirement: en s'interposant entre le boudhisme et le christianisme, l'Islam nous a islamisés à s'opposer ‘a lui et donc à lui ressembler, plutôt que se prêter s'il n'avait pas existé– a cette lente osmose avec le boudhhisme qui nous eût christianisés davantage, et dans un sens d'autant plus chrétien que nous serions remontés en deçà du christianisme même. C'est alors que l'Occident a perdu sa chance de rester femme (Lévi-Strauss, 1955, p. 490) La versión que circula entre nosotros dice:“Entonces fue cuando el occidente dejó de ser fecundo”(Lévi-Strauss, 1955, p.413). Sorprendente que una traductora haya escogido fecundo en donde dice mujer. Que Occidente hubiera podido seguir siendo mujer. He aquí una sentencia radical. La carga sobre el islamismo no importa tanto. Cuál de los mono-ateísmos ha servido para derrotar esta posibilidad no es tan relevante. Las contrareligiones por decirlo en términos de Jean Assman (Assman, 2006), han sido movimientos intelectuales guerreros contra la pluralidad, la diferencia, el flujo. Que en su metafísica han optado por el uno, una réplica pequeña e ilusa del no menos iluso yo. Enigmática expresión. Occidente mujer. Nos obliga a desplazarnos hacia esta ella que occidente fue. Texto completo Referencias Assman, J. (2006). La distinción mosaica. O el precio del monoteísmo. akal, Toledo. Clément, C. (2014). Claude Lévi-Strauss. Fondo de Cultura Económica, México. Derrida, J. (2016). El animal que luego estoy si(gui)endo. Capital intelectual, Buenos Aires. Dosse, F. (2016a). Historia del Estructuralismo. Tomo I. El campo del signo 1945-1966. Akal, Buenos Aires. Dosse, F. (2016b). Historia del Estructuralismo. Tomo II. El canto del cisne 1967 a nuestros días. Akal, Buenos Aires. Lestel, D. (2018). Hacer las paces con el animal. QuualQuelle, Santiago. Lihn, E. (1983). Sobre el antiestructuralismo de Jośe Miguel Ibáñez Langlois. Ediciones del camaleón, Santiago. Lévi-Strauss, C. (1955). TRISTES TROPIQUES. PLON, Francia. Lévi-Strauss, C. (1968). ANTROPOLOGIA ESTRUCTURAL. Eudeba, Buenos Aires. Lévi-Strauss, C. (2011). ANTROPOLOGIA ESTRUCTURALmito sociedad humanidades. silgo veintiuno, Buenos Aires. Pelluchon, C. (2018). Manifiesto Animalista. Politizar la causa animal. Reservoir Books, Bar- celona.
retornar occidente y todo colectivo a ser capaces de concebir vida, ser un continuo vivo.
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