Abundan los comentarios en vísperas del 18 de octubre. 3 años que han erosionado hasta los análisis más eruditos.
Nada se dice sin embargo del nuevo régimen climático. Acá el fuego de las barricadas, allá el de los pastizales que reconquistan un proyecto industrial fracasado. !Pero nada les dice que hay algo en común entre esos incendios!.
Presos en la teoría política de lo social, de lo entre humanos, sin considerar que la tierra, los océanos y la atmósfera son parte de la convivencia, el pensamiento político se vuelve impotente. Cede lugar entonces a la fuerza, la primera, del estado y a la violencia de los grupos que ese mismo estado alienta,
Pero el holoceno ha muerto. Ya no hay más ese bungalow teórico, DFL 2 conceptual que confortaba el clima intelectual de los sociólogos, políticos y economistas.
El 18 de octubre vino a recordarnos que el holoceno ha corrido la misma suerte que la casa Usher. Y que volvemos a estar en el mismo descampado que el resto de los habitantes del planeta. A la intemperie.
La doble deriva vanguardista del 18/10: enfrentamiento localizado de jóvenes contra policías y la redacción de un texto cuya performatividad se consideraba garantizada, ha fracasado.
Estamos en una nada peligrosa. Sin rumbo, sin programa, sin proyectos. Entre tanto el petróleo revela su agotamiento de variadas formas: inflación, pobreza, guerra, pérdida de servicios como educación y salud.
La llegada del Antropoceno es turbulenta, desconcertante y dramática. No son buenas noticias para nadie, empezando por la tierra, los pájaros, los bichitos de luz, los corales, las ranas dorados y los murciélagos.
Sin una conciencia ecológica masiva no hay capacidad colectiva de adentrarnos con seriedad en la crisis que el 18/10 reveló. El extractivismo agotó el agua, la tierra y las teorías modernas.
!ECOLOGISMO O BARBARIE! Aunque por ahora la barbarie domina en la cancha.