USOS Y COSTUMBRES DE LOS ARAUCANOS 

CLAUDIO GAY

Traducción y edición de Diego Milos

Santiago de Chile, Taurus, 2019 (3 edición)

Nuestro destino es volvernos indios. Este libro debería ayudar a los indecisos/escépticos/ingenuos. Mi lista de los que han hecho el camino incluye a Lautaro, Jemmy Button, Lautaro Edén Wellington, Benjamín Subercaseux y ahora, además de enterarme de que:

Muchos de los jóvenes hijos de caciques que hicieron sus estudios en Santiago o en Chillán se quitaron inmediatamente ese tinte de civilización, felices de volver a pertenecerse a ellos mismos…una vez concluidas las guerras [ de Independencia], casi todos volvieron a su vida incivil, cuyo encanto es incomprensible para nuestros hábitos sociales” (p. 351).

No hay cómo no sumarse a esas legiones, si el mismo autor señala: 

tampoco vemos sus placeres tumultuosos [de los países civilizados], su refinamiento criminal, ni esos atentados que solo podemos mitigar con una fuerte policía (p. 42).

La sola promesa de vivir sin el riesgo de ese cuasi-acontecimiento mortal es una señal inequívoca para emprender nuestra regresión. 

Debo reconocer que Phillipi me tenía con desconfianza hacia Gay. Se quejaba del desorden y la ignorancia en que dejó el Museo de Historia Natural y por varios años le creí. Por suerte, Diego Milos me aludió a su traducción y acabo de cerrar sus páginas reencantado con la admiración de Gay por los mapuches.

Se trata de un gesto tremendo, para un culto decimonónico, que logra mirar a españoles y originarios desde un tercer lugar. No llega a decir que instalaron una guerra de ocupación, pero claramente señala que sus propósito era el exterminio. Sin duda sus simpatías están con el bando perdedor. La guerra de ocupación lleva ya 500 años y el golpe de estado de 1973 es uno de sus tantos episodios.

Imagino el trabajo que ha hecho Diego Milos para ordenar, reordenar, traducir ese francés, buscar las equivalencias actuales sea del lenguaje corriente, botánico o etnográfico. Siete años en medio de estos manuscritos, braceando para no ser arrastrado.

Pero ahora que estamos en la otra orilla, podemos valorar la obra de este estudiante de Medicina y Farmacia que no se tituló por aprender historia natural y salir a terreno. Un gesto de salvajismo intelectual.

El traductor ha organizado una obra no publicada en vida para esta su primera versión en español ( y parece ser la primera publicación), en cinco grandes apartados: Fisionomía y carácter; poder, intercambios y justicia, vida social y material, saberes y creencias, origen y civilización.

En todos ellos hay perspectivas, saberes, alusiones que borronean lo que creíamos saber. De entre todos esos detalles, destaco dos. Las artes adivinatorias narradas por Gay parecen ser más una forma de decidir ante algo trivial, que una poderosa estructura social. Apoyar al bando de Cruz o de Bulnes en 1851 que nos puede parecer un momento de inflexión histórica, se resuelve según la forma en que el adivino interpreta si el toro vencedor es tal o cual general. Sencillamente sabio. El segundo, la comunidad de rondas que sorben un ají. Imagino a nuestras seremis horrorizadas de tan estrecho contacto.

Los manuscritos de Gay pasan de la botánica a la etnografía de un modo vertiginoso y muy propio de las ciencias del porvenir, sin descuidar una sabrosa mezcla entre progresismo y nostalgia, que alude a Joseph de Maistre.

El texto dice Milos puede haber sido escrito entre 1869 y 1871, es decir tras los dos largos viajes de Gay a Chile, la producción de los 30 tomos de la historia natural y política de Chile y su maduración de lo vivido -incluido fiasco matrimonial y tragedia paternal- acá, allá y en el mundo intelectual. 

Gay discute el origen del hombre americano en términos muy convincentes. También se cuida de ofrecer sus respetos a la Biblia. También discute monogénesis y poligénesis. Para mi entendimiento, hoy estamos más cerca de esta última noción.

En ninguno de los temas que revisa Gay deja de sentirse una profunda simpatía por nuestro pueblo. Fisionomía, alimentación, lengua, salud, medicina, sueños, creencias, moral. Y aunque repite la cábala de todo etnógrafo, esto es presagiar la desaparición de su objeto de estudio, deja entrever que tampoco cree en su pronóstico,

Y aunque como buen europeo no puede dejar de lado la cuestión del canibalismo, deja una nota irónica: las ponen a cocer con arrayán. Cierro entonces el libro sabiendo que mi Luma apiculata plantada acá en Valparaíso hace dos semanas podría serme de alguna utilidad.

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