X una nueva UPE

Es verdad que necesitamos una clase ecologista organizada. Pero ese proceso requiere una política de alianzas. Lograr la hegemonía es parte de la tarea.

Los Frentes Populares nacieron como parte de una estrategia para organizar una fuerza alternativa en el orden actual.

Las pequeñas y dispersas fuerzas ecologistas, de clase ecologista, con conciencia ecologista, llamamos a la constitución de una Unidad Popular Ecológica, la conformación de una fuerza política alrededor de la tarea política principal que el pueblo tiene ante sí: enfrentar al industrialismo antropocénico con todas las potencias del engendramiento, la biología de los seres vivientes y la fuerza de la tierra, los pueblos originarios y las mujeres.

Mémo sur la nouvelle clase écologique (Les Empêcheurs de Penser en Rond)

Bruno Latour & Nikolaj Schultz han publicado en enero de este año este libro que se propone como un memorándum. Se trata de una explicación y propuesta para salir del vaciamiento de la política, de la tristeza resignada en la cual vivimos los acontecimientos planetarios dramáticos y además es un llamado a la acción. Expuesto como si tratara de un memo, en el doble sentido de un registro para no olvidar, pero también de documento de exposición de su puntos de vista, la noción de nueva clase ecológica intenta señalar algunos puntos a debatir para acometer tal tarea.
Una nueva clase ecológica implica salir del espacio de la producción, ya en obsolescencia de variado tipo, hacia uno de la habitabilidad, del desarrollo el de envolvimiento, de la libertad sin límites a la libertad mediante límites. 
Mirando a Marx y Gramsci desde las ideas de Edward Thompson, Karl Polanyi y Donna Haraway, la idea de nueva clase ecológica llama a ordenarnos, a aglutinarnos, a transformar las instituciones y a no dejarnos arrastrar por la economía como sustitutos de las relaciones colectivas. 
Ampliando esa malla de vínculos a los vivientes, la constitución de una nueva clase ecológica es la urgente respuesta política a un Antropoceno que galopa. Mientras la constitución de hegemonía del movimiento ecologista avanza a un ritmo pausado, las sacudidas planetarias son cada vez más amplias. Como todos los seres vivientes que generan sus propias condiciones de habitabilidad, la nueva clase ecológica debe definir por sí mismas sus formas de acción, su programa político, su relación con las ciencias y su hegemonía cultural. Pretender ir más adelante o más atrás de las corrientes políticas modernas carece de sabiduría de clase:``La ecologización del antropoceno será obra de los propios ecologistas''
La presentación del libro está disponible para quienes se interesen por verla. El sonido de Bruno se apaga, pero es posible leer los subtítulos en Francés.

remendadores terráneos en sí o para sí: magros resultados de la constituyente

Los resultados terráneos de la convención chilena son pobres. De las propuestas respecto a las cuestiones de ese delicado biofilm en que vivimos -y al cual es justo llamar planeta o terra- realizadas, muy pocas han sido aprobadas. Es cierto que la mayoría han sido devueltas para su corrección o adecuación.

Pero ese retorno tampoco ha llevado a abordar el problema de fondo: estamos en un nuevo régimen climático, marcado por la autoridad de unas reglas planetarias (tales como no más de 1.5 grados o no más de 400 ppm de Co2 o no más de tantas especies, glaciares, ecosistemas, corales destruidos, etc. etc.) que no amplían ni el espacio ni el tiempo ni la libertad como las promesas de 1810-1817, ni su prolongación republicana.

En este nuevo régimen climático tan distinto del de 1810-1817 las banderas tricolores ya no ondean. Hay que construir una nueva enarbolada por una clase ecológica conciente y orgullosa de sí misma como proponen Latour/Schultz.

Thompson al escribir su The making of the english working class volvió la espalda a la objetividad de la existencia de las clases, devolviendole una fuerza heteropoiética.

Una semejante cuestión desafía a la convención constituyente en un doble y único sentido: sin sujeto ecológico no hay programa ecológico, tanto como sin programa ecológico no hay sujeto. Pero esta vez el sujeto debe constituirse en el nuevo régimen climático en que autonomía, libertad, desarrollo, crecimiento, economía ya no son las hechos objetivos, sino palabras descascaradas.

Sin una comprensión de que al agotamiento conceptual no se responde con desorden y deshilache intelectual, solo seguiremos acumulando magros resultados.

Como aprendimos dolorosamente en 1973, el resultado de una derrota sólo se revierte con acción política intelectualmente actualizada, nutrida y organizada.

¿Griego o indígena?

El siglo XX fue quizás el siglo más griego en centenas. Tomando las palabras de Nietzsche, la filosofía leyó a los presocráticos y en general a los griegos con muchas ganas.

Ojalá en este siglo XXI heredemos Gaia como un signo de esa presencia. Autopoiesis tiene sus infortunios individualistas.

Las lecturas de la Arendt, Foucault, Dumézil, Veyne, Vidal-Naquet, Canfora son valiosos alientos para volvernos más griegos. Pero ya adentrados en este XXI antropocénico y pisando la wallmapu en plenitud, la cuestión es ¿podemos volvernos indigeno-griegos o algo así?

El libro de la Caroline Alexander La guerra que mató a Aquiles La verdadera historia de la <<Ilíada>> (2015[2009]) es una buena guía para internarnos en estos espesores.

Alexander lee la Ilíada con cariño literario e histórico. Hayas leído o no el poema Homérico, al cerrar este libro vas a correr por él. Las metáforas de los aedos toman otra resonancia, las palabras, los lugares, los dioses.

Aquiles se revela como un héroe de la paz y un feroz opositor a los dirigentes incapaces y egoístas como Agamenón. Un retrato que calza con los líderes del presente, así como el gesto de Aquiles también acierta en mostrarnos rebeldías. Aquiles es un guerrero generacionalmente escindido de los <<comandantes>> aqueos. Para Alexander este giro Homérico de Aquiles anti militar, hace de su obra una tragedia y cierra el ciclo épico de la poesía previa.

Creo que Clastres habría sacado provecho de esta lectura que no estaba al momento de propia trágica muerte aquiliana, pues las alusiones al canibalismo, a las atribuciones de los jefes y el desprecio a una guerra maquinizada, tienen profundas conexiones con nuestros originarios y su guerra contra el estado.

Hoy que el estado asume más y más una forma guerrera y que las labores de cuidado (salud, educación medioambiente) son abandonadas, volvernos indios como nos proponía Kafka, volvernos griegos como nos propone Aquiles, son más y más plausibles.

H-anthrome

Biomas o antromas son ecosistemas ensamblados principalmente por los humanos, como lugares que concentran una elevada neg-entropía por supuesto a costas de un elevado consumo de energías y purificaciones a la vez que generación de un afuera para emitir contaminantes, residuos y materiales.

Los campos de cultivo, las praderas de crianza, son buen ejemplo de biomas. Pero están también los indoor. Alcanza hoy una superficie de 150 mil millones de metros cuadrados.

Puede ir desde granjas de crianzas, containers que alojan objetos múltiples, autos, casas, torres de perforaciones petrolíferas y por supuesto casas, oficinas, laboratorios, cárceles, escuelas y hospitales. Podríamos dedicarle una atención especial a estos último, usando la distinción de H-anthromes.

Goffman, Illich y Foucault estudiaron profusamente la sociología de estos antromas. Pero poco tenemos sobre su geo-ecología.

Los estudios de resistencia antibiótica son una buena puerta de entrada para este desafío. El cambio de escala en el uso de estos mediadores bacterianos es una señal de los efectos ecológicos en estos indoor.

Pero añadamos su aumentada producción de basura, intensivo uso de plástico y desechables, energías, compuestos con efecto invernadero a veces 400 veces el del CO2, liberación al exterior de cancerígenos, disruptores endocrinos, moduladores inmunes y de la neurotransmisión.

Hacer un H-anthrome hoy exige considerar su alineación con un antropoceno apaciguado. Técnicas de construcción, materiales, arborización distintas. Orientadas a una práctica clínica no guerrera, pausada y sobre todo reflexiva.

Ruptura de simetría

Lo que ocurre en el Chile actual es una ruptura de simetría, una bifurcación que escinde el pasado y el futuro en dos momentos diferentes.

Ha sido la información y no la mecánica ni la termodinámica las que lo han proyectado. Ni la fuerza de las masas ni la energía de las piedras ni el calor del fuego.

Pequeñas variaciones en el caos, imposibilidades aglutinadas, información improbable, han minado la regularidad del caos, sus uniformes y reglamentos, las palabras articuladas en una repetición abrumadora de frases hueras, dibujando metàforas planas, paràbolas lisas, triàngulos edípicos, imaginación equilátera.

No tiene sentido hablar de socialismo. La sola palabra contamina de humo y ruido, industrializa y economiza, coagula en especies, en clases, aquello que es heterogèneo, anfractuoso, múltiple.

Lo que ocurre en el Chile actual una vez más está ocurriendo en pequeños lugares que no importan, que no se ven, que no se saben. 

Y esa ocurrencia así debe no sólo ser preservada, sino potenciada y amplificada.

La improbabilidad de que la burocracia llore, los ingenieros se enmaderen, los laboratorios florezcan, los niños acudan caminando a clases, las clases se hagan en parques, y las corbatas desaparezcan volando, toda esa improbabilidad ha colapsado, se aplana y se transforma en una función de probabilidad llegando a su màximo.

Lo que está ocurriendo en el Chile actual es la interrupción de 500 años de lo mismo. Es como si alguien nacido en el estrecho de Magallanes dijera 500 años después es hora de romper la simetría, que las naves se alejen y no lleguen de regreso a Europa, que no se lleven ninguno de los nuestros a los jardines de aclimatación.

Lo que está ocurriendo en el Chile actual no es comprensible desde Europa, desde Marx o Ricardo o Keynes. 

Vamos detrás de los hechos es verdad. Corren más rápido que nuestras desvencijadas y occidentales palabras. 

Después del 19, ¿qué?

Camino por un país en que es imposible no toparse con la policía, incluso cuando lo que busco es un libro de Violeta en un museo.

En estos días veloces, parecidos en ritmo al Chile en que mataron a Schneider, recupero el gesto de Lucho Vitale que se preguntaba en 1970, ¿después del 4 qué?

Me imagino un camino de regreso, ese desandar los pasos. Del 70. Del 38, de 1536.

De todos los libros posibles considero el manifiesto de esta actualidad Violeta Parra en el wallmapu (Paula Miranda, Elisa Loncón y Allison Ramay).

Explorando cuatro cintas de sus investigaciones de 1958, las autoras nos muestran cómo Violeta vuelve al Lautaro de su viruela de 1923, un retorno a la casa de Teiller para grabar esos encuentros. Y nos arrastra a la voz originaria en Millelche. Respiramos los sitios en sus nombres que soplan un viento real de madrugadas luminosas y frías: Boroa, Quepe. Graba como un John Lomax sureño y femenino sus cantos y sus quién. Les pide sus nombres, se iguala como cantora.

Violeta es vegetal dos, tres veces. Por eso no teme al viento, ni al mar, ni al volcán ni al fuego. Comprende que lo abierto está pleno de figuras caóticas y que sólo ritmar en canto y música puede poner una pauta pneumática/neyen en esos torbellinos de tierra, agua, aire y sol.

Después del 19 tenemos que desandar. Junto con Violeta, desandar a nuestro Benjamín Subercaseux: «trabajaré todo el resto de mi vida para estorbar los propósitos que puedan volver a crear una monstruosidad semejante». Desandar a Rafael Elizalde y la sobrevivencia de Chile. A Federico Albert, a Diego de Rosales, hasta sumarnos con Violeta a Leftraro, a Eden Wellington, a Jemmy Button que desandaron. A Gusinde que desandó, a Inez Hilger, a van Kessel.

Sin espíritu no hay recuperación. En los remolinos que cuentan historia en sus runruneos, habitan los espíritus que cuidarán de Punta Choros, de Wulaia, de Ventanas, de Atacama.

Como tantas veces que nos hemos perdido y nos movemos en círculos (Tristan Gooley señala que tendemos a dejar el lado difícil a contramano de nuestra lateralidad dominante) es mejor desandar para encontrar otro rumbo.

Después del 19, quebrar el anillo de 1970, de 1938, de 1536.

Despolitizarse en el Antropoceno

Vistos los últimos seis años, la Facultad de Medicina Norte de la Universidad de Chile, es una privilegiada cuna de dirigentes políticos para Chile. Sin embargo entre los cursos impartidos no hay contenidos tales en sus programas.

Es cierto que la política es marcadamente experiencial. Pero eso no implica creer que se puede acometer sin alguna ilustración de la trayectoria reflexiva occidental en esta materia: Platón, Aristóteles, Machiavelo, Hobbes, Burke, Voltaire, Montesquieu, Tocqueville, Marx, Lenin, Kropotkin, Mariátegui, Schmidt, Gramsci, Arendt, Foucault, Agamben..

Eso en tiempos normales, bajo reglas holocénicas y eurocéntricas de vivir y pensar.

En medio del reconocimiento del fracaso de esa misma epistemología de occidente y su parafernalia material, es decir a la luz del antropoceno, necesitamos una segunda vuelta a la política que nos descentre precisamente de las cegueras de occidente. Operación intelectual que por supuesto supone una cierta asimilación de su legado intelectual.

Cosmopolítica puede ser el alero para iniciar un debate en que política no implique puramente el gobierno de los humanos, sino la búsqueda de formas institucionales de co existencia entre seres vivos y no vivos (los diez mil seres del budismo). Una política que pretenda usar sólo lenguaje verbal, olvida que por ejemplo la curva de Keeling posee una fuerza más radical que la nostálgica palabra revolución.

Necesitamos una política más ancha, que incorpore mediante este tipo de reconocimientos  a los animales, vegetales y también, a los animados como el agua y la tierra. Que sea capaz de reconocer otras formas de inteleccción en pro de la construcción de un mundo común..

Para ejercer una cosmopolìtica también es necesario teoría y por supuesto, experiencia. 

La nueva constitución necesita saberes de este tipo integrados a su texto. Requiere dar saltos en la politización de sus miembros y directivos.  Y dar luces entonces a un pueblo, el pueblo que la constitución constituya, un pueblo cosmopolìtico.

Despolitizarse en tiempos de antropoceno es tan pernicioso como usar plástico, aumentar la huella de carbono o resolver las cuestiones ecológicas mediante biocidas.

Verde, joven, vivo

Se recorta contra el cielo una secuencia de centenas de figuras de Kafka con sombrero de hongo descendiendo suavemente sobre la ciudad, como en un happening. O quizás son dos imágenes, pues cada kafka diminuto tiene a su lado otra del escribiente Bartleby. Vienen a la tierra en un mismo ángulo oblicuo y acompasado. Un Magritte en movimiento, entre cúmulos brillantes y un fondo azul.

La escena brinda cobijo por lo austero. Si se agrega el arte del hambre, el vegetarianismo nudista (“el futuro será hippie o no será”), la ternura hacia los bosques y con los animales extraviados en el maquinismo antropocénico del siglo XXI, tenemos a la mano una guía para adentrarnos en las promesas eocénicas para sobrevivientes.Un aliento de aires nuevos.

Cortázar escribía a Pepe Donoso en marzo de 1970 que el obsceno pàjaro ojalà fuera la literatura del Chile que se apagaba: “creo que tu novela es un cierre imperial, qué admirable, de un mundo que ojalá entre en otra fase más luminosa para los que han de venir en tu patria y en toda las tierras latinoamericanas…algo verde, joven y vivo”. 

Por alguna extraña razón seguimos en la repetición no menos obscena de ese Chile. Pese a los esfuerzos, miles de esfuerzos, penas, silencios, dolores, sangres, estamos como acorraladas por las imágenes brutales y groseras de la novela.

Será que los parks empresauriales no abandonan su destino de fosilizar la vida. Las máquinas fòsiles animadas con combustibles fósiles anhelando almas fósiles. 

La estupidez natural resulta incomparablemente más llena de alma que la ihnteligencia artificial, de los servicios homónimos del partido militar. Claro que engalanadas sus guerreras y jinetas con una artificialidad de edulcorante dietético.

Repito con Cortázar, verde, joven, vivo.

4 bacilos

Nacen en un lapso de 25 años. Mueren en un período de 30 años. Viven entre 29 y 45 años. Son escritores de zonas en expansión. Fallecen a causa de tuberculosis en la misma época en que agonizan los  selknam o kawashkar en los encierros en Isla Dawson o río Grande.

Para la medicina contemporánea la enfermedad nada tiene que ver con el enfermo, a no ser en aquellas patologías con asociación genética. Pero características más bien lamarckianas como el afecto, la sensibilidad, el estilo literario, en nada intervienen respecto de la fisiopatología de las enfermedades transmisibles.

Sostendremos a lo largo de este texto que si bien ese enfoque es metodológicamente verdadero, también hay en la enfermedad características de la época y una enfermedad no es independiente de los rasgos del enfermo. La desatención del nexo entre ambas cuestiones empobrece la medicina y la sociología.

Pero no se trata de una cuestión de más o menos pobreza. 

Antropoceno quiere decir en pocas palabras que el contexto ha devenido el texto. Si el holoceno podía ser leído como el contexto geológico de la cultura sapiens occidental, las sacudidas de la actualidad geológica, deshielos, alteraciones de los ciclos de carbono, fòsforo, nitrógeno, extinciones y contaminaciones, pérdida de ecosistemas, han puesto en el centro de la escena algo que parecìa estar fuera o alrededor. Y mostrado que contexto o medio ambiente no es más que una sentencia retórica para borronear los efectos de la agencia sapiens occidental sobre el planeta. 

Lo que parecía facilitar la aparición del sedentarismo agrícola occidental, una feliz casualidad que arrastraba la eliminación de los pueblos no holocénicos,  ha devenido el resultado indeseable de los èxitos occidentales,  y el asunto principal de la vida planetaria, la trama existencial primordial de nuestras vidas. La pregunta hoy sería ¿ porqué hay antropoceno y no más bien nada?

La conexiòn entre la  tuberculosis de Antón Chèjov, Franz Kafka, Stephan Crane y David H. Lawrence podrìa no ser otra màs de esas casualidades holocènicas, sino la expresiòn de un antropoceno que desde las bacterias pasa a la literatura, en un torbellino de guerras, colonias, combustibles fósiles, hambres. 

Aún hoy en el ocaso de una pandemia viral con turbulencias tan caòticas como aquellas de sus décadas, compartimos las mismas palabras con Chéjov, médico tratante de la sala número 6, Kafka abogado de Josè K., Crane, jornalero de diarios y casas editoriales. Los objetos que llenan sus textos: carbón, ferrocarriles, minas, grandes ciudades, despachos, oficinas, se alojan en los pulmones suyos y nuestros. 

El militarismo desfila enfrente de estas toses. Los pañuelos reciben los desgarros. Los aires, las aguas, los lugares, las palabras.